La industrialización impulsó el trabajo de mujeres y niños de
muy corta edad, pues si antes en muchos oficios la fuerza del trabajador era un
factor clave, ahora la fuerza la realizan las máquinas. Los empresarios
fomentaron el trabajo infantil y femenino porque mujeres y niños recibían
salarios dos y tres veces inferiores a los de los hombres.
Un ejemplo podría ser el de Betty Harris, de 37 años: "(...) yo me casé a los 23 años y fue entonces cuando comencé a trabajar en la mina. Trabajo para Andrew Knowles, de Little Bolton (Lancashire).Tiro de las vagonetas de carbón y trabajo desde las cinco de la mañana hasta las seis de la tarde. Hago una pausa durante una hora, al mediodía para comer, para esto me dan pan y mantquilla, pero nada para beber.
Tengo dos hijos, pero son demasiado jóvenes para trabajar.He tirado de la vagoneta mientras estaba encinta (...)
En el lugar en el que trabajo hay seis mujeres y una media docena de niños y niñas."
Extracto de un informe parlamentario inglés de 1842.
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